miércoles, 30 de octubre de 2013

NOS HA DEJADO EL GRAN TONI

A finales de 1993 arrancaba en Tenerife el primer curso de la primera promoción de alumnos del Ciclo Formativo Superior de Fotografía Artística, entonces con carácter experimental. Y yo, veinte años más joven, asistía a diario a la Escuela de Arte Fernando Estévez de Santa Cruz para aprender todo lo posible de esta fantástica profesión que me fascinó desde que mis padres me regalaron una Agfamatic Pocket y mi tío Carlos una ampliadora Durst F30 con la que aprendí a positivar en blanco y negro.
Los que formamos aquella primera camada de aspirantes a fotógrafos tuvimos la tremenda suerte de recibir clases muy dispares, lo que te da una amplia visión de las cosas, y agradecimos profundamente que terminaran impartiendo talleres en nuestras aulas dos de los más grandes fotógrafos del panorama español de la época; artistas que compartieron con nosotros parte de su saber, iluminaron nuestras almas con su creatividad y nos contagiaron su amor por el medio fotográfico.
Gracias al criterio de quien luego sería mi comisario y amigo, Francisco González (www.adf-photo.org), el Cabildo organizó varios cursos que se impartieron en nuestra escuela.
Primero conocimos al gran Humberto Rivas, con el que mejoramos el acabado de nuestras copias al emplear dos reveladores diferentes, consiguiendo en pocos días un plus de calidad en nuestras imágenes, que ahora mostraban perfectamente una hermosa y expandida gradación tonal. Humberto, cercano y generoso, argentino de nacimiento pero adoptado en Barcelona, nos dejó hace ya bastantes meses, pero su legado en forma imágenes y criterio fotográfico no nos abandonará nunca. 
Unos meses más tarde, ya en 1994,  apareció por allí un tal Toni Catany, fotógrafo mallorquín que nos transmitió su enorme creatividad, su buen gusto y su íntima delicadeza a la hora de convertir cuatro elementos del estudio en un memorable bodegón, cuya instantánea aún debe guardarse en la Escuela. Su taller nos hizo ver lo relativamente fácil que es aprender la técnica, frente a la sutil bendición de quien ha recibido el don de la intuición, de una mirada personal e intransferible y de una sensibilidad inalcanzable. Así era Toni... Y hablo en pasado porque hace una semana que nos dejó... ¡Qué gran pérdida para todos los que amamos la Fotografía!
Quiero creer que llegó su hora y se marchó como una de sus "polas" memorables, de forma instantánea,  pero sospecho que la negativa de las autoridades culturales de su tierra a afrontar su proyecto de Fundación, donde depositar todo su legado y para que sirviera de foro de encuentro de fotógrafos y demás gente interesada, le tocó su sensible corazón hasta agotarle las fuerzas. ¡Malditos políticos sin criterio!
En una segunda ocasión volvió a Tenerife, con motivo de otro taller para la misma Escuela. Ya entonces yo era profesor de fotografía en la Escuela de Arte Pancho Lasso de Lanzarote, y el curso lo organizaban algunos de mis ex-alumnos de cuando mis comienzos como docente en mi isla. Invitados para esta cita, algunos de mis entonces alumnos en Lanzarote y yo  viajamos a Tenerife y disfrutamos de su obra y de su inigualable mirada. Recuerdo perfectamente llevarlo en mi coche durante más de media hora la tarde de la salida fotográfica hasta El Pris, donde un viejo pescante destacaba sobre el atardecer. Y, junto a él, una figura con barba ya blanca buscaba encuadres que todos intentábamos adivinar. 
Siempre hablo de Toni y de Humberto a mis alumnos a principios de curso. Y siempre con admiración, respeto y un profundo agradecimiento por su apuesta por compartir con un grupo de novatos toda su experiencia y buen hacer. ¡Cuánto nos influyeron con aquellas pocas tardes!
Este año les he tenido que dar la triste noticia justo unos días después de enseñarles "Obscura memoria" y "Natures mortes", y de contarles mis conversaciones con él, mientras conducía aquella tarde hasta el mar. "A los amigos les hago un precio especial", me dijo cuando le conté cómo me gustaban  sus "polagraphs" de las ruinas mediterráneas. De repente, sentirme colega y amigo de este humilde grande de la Fotografía Española me estremeció, casi tanto como cuando hace unos días un wasap me adelantó que el gran Toni nos había dejado. 
Escribo estas líneas en su honor, a sabiendas de no poder manifestar aquí todo mi agradecimiento y todo lo que supuso conocerle y disfrutar de sus fotografías, obras de arte indiscutibles y eterno legado que debe ser protegido y enseñado a quienes han sido y a los que vendrán.